En ocasiones, la mala utilización de la discapacidad con la picaresca, hace que los que estamos en este barco nos sonrojemos y nos apene esa circunstancia. Me refiero en esta ocasión a lo acontecido el jueves pasado día 14 de abril en el estadio de Anfield del Liverpool, cuando en el último minuto el equipo anfitrión se clasificaba para semifinales de la Europa League sin esperarlo.
Todo ocurrió de esta manera: remontando un resultado adverso con el Borussia de Dortmund, el Liverpool llegó a empatar el resultado a punto de finalizar el encuentro. En el último suspiro, inesperadamente Lovren metía el gol ganador que les clasificaba para las semifinales de la Europa League.
Hasta aquí todo normal. Un equipo que entrega todo y consigue su objetivo repentinamente pero lo curioso fue que con la emoción del partido, la tensión acumulada de tantos minutos peleando y la gran liberación al conseguir ese gol deseado, hizo que varias personas en silla de ruedas que estaban viendo el encuentro, saltaran fortuitamente de sus sillas poniéndose de pie, consiguiendo así el milagro de Liverpool.
Las cámaras de televisión recogieron las imágenes que han dado la vuelta al mundo y que por una parte te ríes cuando lo ves o te lo cuentan o por otra parte, te enoja y sonroja esta utilización de la discapacidad para intereses personales.
Pudiendo albergar la posibilidad de que algunos discapacitados físicos puedan elevarse en sus sillas según el tipo de patología que padezcan, lo curioso es que son varios y es entonces cuando entran las dudas y comienza la picaresca.
Es lo mismo que ocurre habitualmente y que no debería de permitirse, cuando ves coches aparcados en plazas de discapacidad reservadas para este colectivo y que compruebas como entre los integrantes del vehículo ninguno tienen discapacidad. Salvando los casos de minusvalías no visibles que también los hay, algunos de estos o muchos me parece a mí, copian descaradamente estas tarjetas de algún familiar y así les permite aparcar en más lugares y más cerca de las entradas y con más amplitud.
Pongamos freno a estos fraudes pues aparte de dar mala imagen a nuestro mundo, perjudican gravemente a derechos adquiridos de años atrás que han costado mucho consolidar para nuestro beneficio en lo que se ha llamado la discriminación positiva. Y por supuesto, denunciemos casos como éstos, pues más que la sociedad cambie y lo
respete, parte de nosotros, las personas con discapacidad, que velemos por preservar privilegios justos y necesarios.