En un sinfín de situaciones que acontecen en la calle, la imprudencia junto a las prisas del momento crean malestar y conflictos; cuestión que se hubiera solucionado parándose un instante a pensar, observar el entorno y teniendo actitudes cívicas.
Pondremos ejemplos distintos para comprender bien lo que os quiero comunicar. Ya es muy habitual en muchas ciudades, la utilización de coches eléctricos y bicicletas para moverse por el centro de las mismas. Siendo un avance para proteger el medio ambiente, para nosotros, las personas ciegas, se trata de una nueva amenaza pues son muy silenciosas y aparecen de repente cuando menos te lo esperas. Al igual los coches que si no les colocan algún sistema acústico, pensamos que vamos a cruzar seguros y en cambio viene uno derechito a por nosotros.
Por eso, es conveniente indicar a los conductores que miren detenidamente en su discurrir pues creo que así evitaríamos múltiples accidentes en algunos casos que puede haber despiste tanto del peatón con o sin discapacidad y del que lleva las manos en el volante.
Es preciso fijarse en lo que a uno le rodea pero actualmente nos encontramos con una realidad que vapulea el tránsito por las calles. Me refiero al incesante número de personas que limitan su mirada a la pantalla de su Smart pone con los peligros que ello conlleva. En numerosas ocasiones he sido arrollado tanto yo como mi perro guía por algún viandante y es que cuestiones de este tipo convendría erradicarlas porque si no, vamos aviaos.
Y…, Qué me decís de esas personas con los auriculares en las orejas, aislados del mundo, que cuando les pregunto yo ciego, no me responden a no ser que les toque descaradamente?
La calle es de todos y todos podríamos disfrutar de ella si se cumplen unos mínimos en el civismo lógico. Si abrimos una puerta de un coche nada más aparcar que invade una acera pequeña, hagámoslo pero con cuidado pues justamente en ese preciso instante puede pasar un viandante y llevarse la puerta por delante con el perjuicio que producirá. Si además ese peatón es una persona mayor, un niño o una persona ciega, se acrecienta el daño y la solución es simplemente mirar y no sólo ver.
Circunstancia pareja me ocurre habitualmente cuando accedo a un local con mi perro guía y lo primero que me dicen sin fijarse es que ese perro no puede entrar. Les recrimino que antes de negar o juzgar que miren porqué ese perro está entrando tranquilamente en su establecimiento y al comprobar que es un perro guía y si no son muy tozudos, suelen pedir disculpas y fijarse más a la siguiente ocasión.
Concluiremos estas líneas con una llamada de atención a todos y cuando digo a todos, es porque a cada uno de nosotros nos salpica esta cuestión pues en más ejemplos que podría indicar, los justificamos diciendo que ha sido culpa del otro o que era sólo un momento o lo que sea cuando simplemente con un poco de empatía se soluciona todo.